Por: Julio Andrés Rozo; director de Amazonía Emprende: Escuela Bosque

La regulación ya empieza a dar señales que orientan a las empresas hacia la restauración de los ecosistemas. Un abecé de algunas acciones que pueden marcar la diferencia en ese proceso.

Hace diez años me adentré en la ruralidad colombiana, en especial en la región amazónica, con el objetivo de resolver una pregunta que me venía rondando la cabeza de tiempo atrás: ¿cómo restaurar nuestros ecosistemas de una manera responsable y efectiva? Este interrogante era, a su vez, el resultado de la enorme impotencia que sentía frente a la velocidad con la que aumenta la deforestación vs. las capacidades de quienes luchan contra este flagelo. Al final de la ecuación, los esfuerzos de aquellos comprometidos con la causa se diluían frente a la magnitud del problema.

Estos años de trabajo con las comunidades me han permitido analizar la ejecución de proyectos públicos, privados y de cooperación internacional en el país y derivar algunos aprendizajes para dar respuesta a la pregunta en mención y que hoy me propongo compartir de una manera directa y sencilla con ustedes, a través de esta columna.

Es oportuno hablar sobre este tema porque hoy, por fortuna, la regulación empieza a generar señales de mercado (Ley 2169 de acción climática y la Ley 2173 de restauración ecológica, ambas del año 2021) para orientar a las empresas hacia la restauración de ecosistemas. Pero también, es la oportunidad para hacer las cosas de una manera responsable, si nuestra meta es trabajar de manera genuina por el clima, por nuestra biodiversidad y paisajes. Así pues, en medio de este contexto, empecemos con los primeros cinco aprendizajes:

1. Sin liderazgos comunitarios no hay restauración

Los mejores casos de conservación y restauración de nuestros ecosistemas están liderados por personas/comunidades que llevan la causa en el corazón. Por el contrario, los proyectos que carecen de este liderazgo, aunque gocen de la mejor estructuración técnica, terminan fracasando.

  • Recomendación: antes de tomar la decisión sobre desarrollar o apoyar un proyecto de compensación de su huella de carbono indague sobre el liderazgo comunitario y el compromiso de las personas que, en últimas, asegurarán que los recursos de compensación de la empresa se traduzcan efectivamente en medidas de conservación o restauración (acuérdese que un árbol necesita alguien que lo cuide).

2. Sin plata en el bolsillo no hay restauración

Es una ingenuidad pensar que una comunidad campesina va a conservar o “dejar plantar árboles” en su territorio porque sí, porque los árboles son vida. Las comunidades tienen la legítima expectativa de generar ingresos económicos para cubrir sus necesidades, tanto como usted o como yo. En las mentes de sus líderes opera el concepto del “costo de oportunidad”; es decir, si una vaca me renta X ingresos por hectárea, la restauración debería generarme X ingresos para que sea factible.

  • Recomendación: antes de compensar hágase la siguiente pregunta ¿cuál es el incentivo económico que la dueña/dueño de la finca va a recibir en los próximos meses/años para asegurar la persistencia de las medidas de restauración?

3. Con hambre no hay restauración

El Paro Nacional de 2021 lo viví en Florencia, Caquetá. Durante 41 días estuvimos prácticamente aislados del resto de Colombia por el bloqueo de la carretera en Altamira, Huila. Transcurridos 30 días desde el inicio del Paro el precio de los alimentos aumentó en un 400%, por lo que comprar comida era una verdadera hazaña y distribuirla, con escasez de gasolina, era una odisea.

En la vereda La Sardina, donde opera la Escuela Bosque – Amazonía Emprende, tuvimos que organizarnos con los vecinos para intercambiar alimentos. Esta experiencia me llevó a concluir que, de no abordarse con seriedad el tema de la seguridad alimentaria de las comunidades rurales, el resto de los temas de la agenda (restauración de ecosistemas, compensación de huella de carbono etc.) son un mal chiste que no produce risas.

  • Recomendación: dedique un porcentaje de la compensación de su huella de carbono a fortalecer la seguridad alimentaria de las comunidades que cuidarán sus inversiones en las zonas rurales.

4. El suelo lo es todo

Don Lucho, padre de mi mejor amigo, quien tiene gran experiencia en el manejo de árboles, me dijo: “escribe una columna que se titule es el suelo, ¡idiota!, ¡eeerdaaa!; es que nadie entiende que ese es el sustento de todo!” Y sí, don Lucho tiene toda la razón; si bien los árboles son importantes en un proceso de restauración, ellos no podrán dar lo mejor de sí en suelos poco descansados (habiendo retirado ganado, caballos, cultivos, etc.). Es recurrente ver procesos de restauración en suelos “apretados”, saturados de tóxicos o pobres en nutrientes.

  • Recomendación: para los tomadores de política pública, abordar el asunto de los suelos aún pendiente de abordar. Usted que quiere compensar su huella de carbono, indague sobre la calidad de los suelos donde van a crecer sus árboles e invierta también en el proceso de regeneración de los mismos.

5. Tenga paciencia

En los últimos meses he recibido llamadas y solicitudes de restauración, como medida de compensación de huella de carbono, que tienen la expectativa de ver los resultados de su inversión (tocar el árbol, documentar y comunicar el proceso) en lapsos muy cortos de tiempo, por ejemplo, un año. Si algo he aprendido en este último año, en el que el 50% de mis días transcurren en la Amazonía, es que el tiempo de los ecosistemas es muy distinto al ritmo de vida en las ciudades capitales.

El proceso de restauración de un sistema degradado por deforestación puede tomar décadas. De un potrero surge un rastrojo, de un rastrojo un cañero, al cabo de 10-15 años hablamos de bosques secundarios y no nos alcanzará la vida para caminar y disfrutar un bosque primario.

  • Recomendación: hay que tener paciencia cuando se invierte en un proceso de restauración; eso no significa dejar de documentar el proceso o tener expectativas sobre su inversión para compensar la huella de carbono. Pero sea realista sobre los tiempos e infórmese antes de prometer resultados a sus grupos de interés. Y, nuevamente, verifique el liderazgo de las comunidades y su contexto, pues son ellas las que finalmente pueden garantizar que de una pastura surja un bosque frondoso a futuro.