En un artículo publicado por la BBC el 31 de enero de 2019 titulado Plástico o papel: ¿qué bolsas contaminan menos realmente?[1] Se evidencia una pregunta que no solamente atañe a las bolsas, sino también a nuestro consumo en general. El articulo compara la sostenibilidad en el uso de bolsas de plástico, tela y papel, con base en cuatro variables: energía utilizada para su producción, vida útil, su facilidad a la hora de reciclar y su facilidad para descomponerse.
Las conclusiones y discusión en el artículo son bastante interesantes, por ejemplo, una bolsa de papel gasta 4 veces más que una bolsa de plástico por lo que tendría que reutilizarse más de 4 veces para que su uso valga la pena desde un criterio de sostenibilidad. Las bolsas de algodón gastan más energía en su producción, pero tienen una vida útil mucho más larga. Finalmente, la conclusión es que sin importar de que está hecha la bolsa esta se debe reutilizar tanto como sea posible.
La conclusión del articulo está asociada a una corriente europea que aborda la sostenibilidad desde una óptica política, económica, filosófica, ética y por supuesto ambiental; el decrecimiento. En su libro “La apuesta por el decrecimiento: ¿cómo salir del imaginario dominante?” el economista francés Serge Latouche plantea todo el ideario del decrecimiento.
Basado en una mirada multidisciplinar, Latouche plantea como el sistema económico no está armonizado en sus concepciones de eficiencia con la física, ni con la biología, ni con los ecosistemas, sino que solo piensa en la acumulación de capital, y es a partir de ahí, donde se han generado todos los desajustes, disparidades y crisis humanas.
Es precisamente la actitud simplista sobre la sostenibilidad lo que ha generado que no pongamos el foco en algo fundamental, y es que al igual que el ejemplo de la BBC de las bolsas, lo que hace la diferencia en la búsqueda de un consumo responsable es el componente personal. De nada sirve por ejemplo que haya bolsas de tela, cuando nuestra actitud va a seguir siendo de comprar y tirar.
La verdadera sostenibilidad pasa sí, por la
responsabilidad de las empresas en hacer una producción eficiente, pero el logro
más grande es la consciencia personal sobre el consumo. Como dice Latouche,
citando al economista Nicholas Georgescu Roegen, la economía se ha olvidado de
la entropía, ese inevitable estado de caos y de degradación de la energía que
estamos acelerando con nuestro consumo. Sin
embargo, las presiones ciudadanas sobre las industrias y sobre la economía en
general, son fundamentales para generar cambios reales, pero eso será tema para
otro artículo.