Por: Juan Sebastián Castellanos
Las investigaciones biológicas han estado presentes en gran parte del desarrollo de nuestra civilización, pasando por las exploraciones de José Celestino Mutis en el siglo XVII, Alexander von Humboldt a comienzos del siglo XIX, Charles Darwin del origen de las especies, entre otros personajes, que se aventuraron a viajar desde otros continentes para explorar las selvas y otros ecosistemas de América Latina, con el fin de publicar conocimiento biológico hacia su continente.
Estos personajes icónicos para el mundo de la ciencia, ya conocían la palabra turismo. Este concepto existe desde el siglo XVI; mientras que, el concepto de turismo científico solo apareció en 1980, cuando la revista Tropical Science Tourism la nombra por primera vez, al describir el rol de los investigadores en un lugar determinado.
Entrando en teoría, el turismo científico se define como aquella visitación motivada por el interés del individuo de realizar una investigación científica, de observar in situ un evento u objeto particular, de aumentar el conocimiento que se posee sobre dicho evento u objeto, o bien, de compartir y transferir el conocimiento personal que se posee con la comunidad científica, académica y sociedad en general[1]. Este turismo es llevado por centros de investigación y desarrollo[2].
El turismo científico se cataloga de tipo intelectual educativo, mientras que, el turismo de naturaleza se clasifica en turismo ambiental[3], que haciendo una mezcla quedaría como turismo científico de naturaleza. Con el paso del tiempo, ha generado interés en el gremio del turismo y la ciencia a partir de la década del 2000, y en la década de 2010 se empieza a destinar financiamiento exclusivamente al turismo científico de naturaleza.
Este turismo es una estrategia para proteger los bosques naturales más amenazados, al ver la biodiversidad como valor monetario al conservar los ecosistemas hacia la investigación. Representa una alternativa económica, educativa y de recuperación de la identidad cultural, al tener guías locales que acompañen y aprendan de los investigadores científicos y viceversa. La idea es replicar de forma directa la educación ambiental, así como el aumento del conocimiento sobre la biodiversidad y de la etnobiología del lugar, rescatándose información sobre el uso ancestral que las culturas hacen de los diferentes recursos naturales, permitiendo compartirla con el investigador y a su vez sensibilizando a ambos sobre la necesidad de conservar los ecosistemas.
Hacerse una idea de las actividades que componen este tipo de turismo son:
- Exploraciones científicas
- Viajes educativos culturales
- Exploraciones culturales
- Eco-voluntariados científicos
- Eco-turismo con dimensión científica
- Investigaciones científicas
- Exploraciones deportivas con perspectiva científica
- Viajes educativos y de aprendizaje
- Voluntariados de exploración.
La promoción o marketing de este tipo de turismo no está en agencias de viaje tradicionales, sino por universidades y centros de investigación, bajo convenios de las facultades o de los institutos. Los servicios deben estar orientados a oferta innovadora y de alta calidad principalmente porque es de esperar que el perfil del visitante científico sea muy exigente y que posea un amplio conocimiento sobre el área de su interés.
Existen ejemplos consolidados de turismo científico alrededor del mundo, como Panamá con el Smithsonian Tropical Research Institute en el istmo de Panamá (Canal de Panamá); Costa Rica en la península de la Osa con el complejo hotelero Cerro Osa; Chile se encuentra en Aysen, en la Patagonia.
En Colombia, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo le ha puesto los ojos junto con Colciencias, o Ministerio de Ciencia, para posicionar el turismo científico de naturaleza, a tal punto que ya la definieron como tipo de turismo basado en la gestión del conocimiento que promueva la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y la participación activa de la comunidad local. Este integra la investigación participativa para identificar, generar, acumular, salvar, recuperar y distribuir conocimiento tradicional y académico sobre la biodiversidad en el territorio[4].
Los lugares que hay turismo científico de naturaleza en Colombia, están en Otun Quimbaya, Isla Malpelo, Consejo Comunitario de La Plata, San Cipriano. Ojalá se pueda seguir posicionando el turismo científico para proteger los bosques naturales más amenazados, y cambiar el paradigma de que el monte solo transmite pobreza y subdesarrollo, para convertirlo en actividad estratégica para conservación y conocimiento de la diversidad biológica.
[1] Mery Ocampo Araya. 2014. El turismo científico como objeto de generación de conocimiento sobre la biodiversidad. UNED.
[2] scientific-tourism.org, 2019 en Edson Larrea Sanchez. 2021. El turismo científico y sus recorridos de observación con lupa. Revista Entorno Turístico.
[3] Miguel Ledhesma. 2018. Tipos de turismo: Nueva clasificación.
[4] Antonio dos Anjos, F., Limberger, P. F., Gadotti dos Anjos, S. J. & Domareski, T. C. (2011). Contribuciones de la gestión del conocimiento a los servicios turísticos. Estudio em uma agencia de viajes. Scielo, 20 (3): 722- 737.en COLCIENCIES. 2017. PROYECTO OFERTA COLCIENCIAS “COLOMBIA BIO-TURISMO CIENTÍFICO DE NATURALEZA”