Llegan las vacaciones de receso para muchos colegios, o se acerca diciembre y están pensando en irse de viaje con su familia, a disfrutar de esa playa blanca y amarilla, con ese mar azul y verde, deleitándose de un gran pescado, yendo a nadar sólo o con sus hijos, en conclusión, a descansar y pasar momentos de alegría. Incluso, si usted vive en zona costera, se siente orgulloso de su tierra, de esa playa romántica, de ser o tener familia pescadora, del manglar, de recuerdos felices nadando con sus amigos, del pescado preparado por la abuela, de la vegetación y demás fauna que perseguían cuando era adolescente. Es predecible afirmar esto, ya que, de los veinticinco destinos más populares en el mundo, doce son playas o sitios costeros[1]. En Latinoamérica, los sitios más visitados son Cancún (México), Buenos Aires en Argentina, Río de Janeiro en Brasil, Santiago de Chile y Valparaiso en Chile, y Punta Cana en República Dominicana[2].
En el contexto de productividad, Latinoamérica no tiene que envidiarles a otros continentes sobre la biodiversidad pesquera que posee. Los reportes de La Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), afirma que América Latina contiene el 40% de la capacidad económica del planeta para producir los recursos biológicos demandados por las sociedades, es decir, tenemos tres veces más abastecimiento para alimentarnos que un ciudadano promedio global[3]. El alto costo económico de degradar la riqueza pesquera Latinoamericana, asciende alrededor de 24 billones USD por año, equivalente al PIB de un continente completo3. Ahora, imagínese el impacto a todas las zonas costeras del mundo, donde 680 millones de personas viven en zonas costeras de baja altitud, y 670 millones de personas habitan en regiones de alta montaña. Todas tienen una dependencia directa o indirecta en la vida de estas personas, sea en el tiempo, clima, alimentación, agua, energía, comercio, transporte, actividades recreativas, cultura e identidad, porque mantienen y mejoran nuestra calidad de vida[4].
Si tanto queremos estos ecosistemas que brindan bienestar, economía e identidad. ¿Por qué no evocar un día para reconocer la importancia del mar y su biodiversidad?
Cada primero de octubre se conmemora el Día del Mar y la Riqueza Pesquera. Este día se resaltan el estado de salud de los océanos y su biodiversidad, su impacto en nuestras vidas y concientizar a la ciudadanía de tomar acciones para protegerlo, de aquí en adelante. Como beneficiarios de los servicios que brindan los mares y su diversidad biológica, lo coherente es darle las gracias con hechos que ayuden a conservarlo, para seguir recibiendo más beneficios de estos ecosistemas. Nuestra relación con los océanos se puede volver un karma o un dharma.
¿Cuáles son las consecuencias si se aumenta más 1,5°C o 2°C el planeta?[6] i) Se perderá el 80% de los glaciares para 2100, lo que ocasionaría más escasez de agua y avalanchas en población de alta montaña, e impactaría a las hidroeléctricas, los sistemas agrícolas, la accesibilidad, menos turismo, afectaría sitios sagrados y culturales de comunidades étnicas y campesinas; ii) Aumentaría un metro el nivel del mar, por descongelarse los glaciares, e inundaría ciudades importantes, islas, no habría playas y aumentaría la erosión costera; iii) Incrementos de tragedias en las costas como huracanes y ciclones, lo que generaría más gastos en adaptación de infraestructura y ordenamiento territorial para prepararse en inundaciones a niveles sin precedentes; iv) Peligros en los ecosistemas marinos como arrecifes de coral, algas e incluso peces y mamíferos; v) Amenaza la subsistencia humana al ocasionar migración de peces, y sitios pesqueros, gastando más en combustible, esfuerzo y tiempo; vi) Ártico sin hielo aumentaría el descongelamiento del permafrost, siendo más CO2 que se liberaría en la atmosfera6.
Son tres acciones o recomendaciones que publica el Panel de Expertos del IPCC, siendo: reducir gases de efecto invernadero, proteger ecosistemas y gestión cuidadosa del uso de recursos naturales4. Estas tres acciones debemos aplicarlas bajo el principio de beneficio de combinar conocimientos científicos con saberes locales y ancestrales.
A continuación, se dan unas recomendaciones puntuales, para aplicarlas a la vida cotidiana, basado en las tres acciones del IPCC:
- Reducir los gases de efecto invernadero: Conocer la cadena de valor de los productos que voy a consumir, si no sabes, exígelo a la empresa, para saber cuál contaminó menos (tener pocos electrodomésticos, más pequeños y eficientes); consume menos productos (lo necesario y arreglar los productos dañados); trata de vivir cerca al trabajo para evitar usar medios de transporte de combustible (vivir a 20 minutos de la oficina caminando o en bicicleta); coge transporte público para trayectos largos; ni la ganadería destruye el planeta, ni el veganismo lo salva, por eso, consume responsable los alimentos que no hayan deforestado o contaminado en su cadena; usar energía alternativa en nuestros hogares; si tienes carro, no frenes tanto, frena con el motor en lo posible (reduce hasta 30% de emisiones del carro)[7].
- Proteger y restaurar ecosistemas: Si tienes finca, vuélvela Reserva Forestal de la Sociedad Civil, para conservar el ecosistema natural dentro de tu predio, bajo una planificación ecológica; no matar animales silvestres de cualquier índole (reportar a la autoridad ambiental); no deforestar ningún ecosistema de importancia; consumir productos cero deforestación (ganadería, leche, palma, cacao); donar dinero a ONGs que protegen y restauran ecosistemas naturales; siembra árboles con especies nativas; clasifica los residuos sólidos, que no paren en el mar o en los ríos; genera menos basura, que terminen en los rellenos; no usar plástico de un solo uso.
- Gestión cuidadosa del uso de recursos naturales: Reportar cualquier tipo de trafico de fauna silvestre; ahorrar agua al máximo; no botar el aceite a los lavaplatos, así como reciclar el agua de baño a los inodoros; comprar maderas legales con permisos de autoridades ambientales; no comprar partes de animales en peligro de extinción y que sean silvestres; no dañar la flora y fauna.
Estas acciones
tienen un propósito importante. Si se aplica en masa, los cambios se notarán a
corto plazo, será más fácil adoptar estas medidas y los océanos con su
biodiversidad lo agradecerán al brindar mejores servicios de los que se reciben
actualmente. Debemos exigir a las empresas y los gobiernos, garantías para
realizar fácilmente este tipo de acciones. Esta armonía de los mares y su
biodiversidad con cada persona, sin importar donde se encuentre, se llama
Sociedad Sostenible.
[1] https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/destinos-mas-populares_11415
[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45658359
[3] https://www.dw.com/es/am%C3%A9rica-latina-la-riqueza-de-su-biodiversidad-en-peligro/a-43160768
[4] https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2019/09/srocc_p51-pressrelease_es.pdf
[5] http://www.ipsnoticias.net/2019/09/los-oceanos-crisis-se-llevan-ya-lo-peor-del-cambio-climatico-africa/
[6] http://www.ipsnoticias.net/2019/09/montanas-sin-hielo-oceanos-sin-vida-la-catastrofe-no-reducir-emisiones/
[7] https://www.economiasolidaria.org/sites/default/files/GUIA.pdf